En una cultura desechable como la de hoy, más que recomendable, es imprescindible generar una conciencia ecológica, ya que los recursos energéticos, como la vida que se conoce sufrirán cambios irreversibles de no tenerla. El efecto invernadero y el retroceso de los casquetes polares son solo luces de emergencias que el planeta enciende para ser escuchado. Las llamadas energías renovables deben tomar su lugar y comenzar a desplazar a las caducadas energías contaminantes del siglo XX.
La creación de una planta de Biometanizacion y compostaje permitiría la reducción volumétrica de residuos sólidos domiciliarios (R.S.D.), generaría energía limpia y no invasiva para abastecerse a si misma y a localidades cercanas, disminuyendo el daño que el planeta recibe de forma permanente.
El rol de un arquitecto en este conflicto se traduce en crear un diseño consciente y eficiente en relación a la energía, generar soluciones para afrontar de manera inteligente esta problemática. Es por eso que como arquitectos tenemos que necesariamente abordar la planificación de las ciudades y en ello se debe considerar ciertos criterios de diseño que estén abocados a la sustentabilidad de la urbe, tanto en razonamientos de organización territorial, como en el impacto ambiental que esta genera, y, entre ellos la disposición final de los residuos sólidos domiciliarios.
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